La nube de humo hacía borrosa la imagen en el espacio sin ley. La vorágine de vasos, copas, conversaciones, risas, besos, caricias, y cigarros en la boca, inundaba todo y llegaba de forma indivisible a mis sentidos. Rodeada ya no de cuerpos, sino de territorios. Espacios para conocer, hurgar, sentir... sin conceptualizaciones ni métodos. No es un cuello, una espalda o una barriga, no es un hombre o una mujer. Es sólo y en sí mismo un territorio único e irrepetible.
Los territorios se mezclan, se tocan, se rozan.
Volumen, suavidad, flacidez, firmeza,
frondosidad, desiertos,
virginidades perdidas,
colonizaciones deconstruidas,
cadenas olvidadas.
Lujuria o exploración, ¿qué mas da?
Ruptura de la palabra coraza
de la norma carcaza
de la sexualidad delimitada.
Sólo territorios extensos.
Muy extensos.
Tan extensos que me pierdo y deseo tener mil dedos.
Territorios extensos.
Corriendo.
ReCorriendo libres.
ReCorriendo libres.
Libertinos.
Libres.
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