No me pidan que me ame y me odie a la vez.
Que tenga la autoestima alta, pero rechace la gordura.
Que pida respeto por los cuerpos, pero no defienda mi cuerpo gordo.
No puedo amar un cuerpo abstracto.
No puedo amar un cuerpo que no tengo.
No puedo amar un cuerpo distinto a este que siento y vivo.
No puedo sino amar mi cuerpo gordo.
Amar mi gordura.
No es apología de la gordura,
es apología del amor corporal,
es mi derecho a reconciliarme
con quien siempre me dijeron que era un enemigo.
Es mi derecho a amar el cuerpo que tengo.
No es apología de la gordura.
No es apología de la obesidad. Es apología de mí.
Empecemos con algo simple: hay una graaaaaan diferencia entre romper la norma y agrandarla.
Agrandar una norma implica que más gente quepa dentro de ella (aunque siga habiendo gente fuera de ella); romper la norma es romperla de raíz para que no haya nadie ni fuera ni dentro.
Siempre que hay movimientos políticos, sociales, culturales, que quieren romper determinadas normas, hay un grupo de personas que, aunque en un principio parece que quieren romper la norma también, al final terminan agrandándola para caber al menos ellxs, porque ven la posibilidad clara de "normalizarse" y entrar al privilegiado terreno de los normales o la normalidad, y no se resisten a ello. A esto le llamo "ritual de la salvación": a ese común momento en el que -de repente- un grupo que estaba unido en una lucha concreta se ve escindido porque unxs cuantxs vieron la oportunidad propia, el rayito de luz y esperanza, la ventana abierta en la casa de la normalidad y el privilegio, y se metieron de lleno dejando al resto del grupo afuera (porque bien es sabido que no cabemos todxs allí).
Tara Lynn modelo plus-size.. "gordibuena"
Algo así pasa por ejemplo con los homosexuales que se casan, y forman familias burguesas, y son blanquitos, europeos y tienen pasta (¡y a veces son conductores de tv!) y la gente los "perdona" porque dice "¡vaya! ¡parecían raritos! ¡pero son casi como nosotros!... ¡y hasta salen en la tele!"... esos homosexuales que hasta se pueden dar el lujo de ser de derechas y apoyar a partidos que defenestran a personas como ellos pero de clase baja (da igual que ataquen a mis iguales, que total a mí el dinero me salva, ¡¡estoy salvado!!). ¡Ouch!
También pasa con la clase media dentro del capitalismo. Cuando las papas queman y estamos en una crisis económica bestial (como ahora mismito), no dejan de oírse propuestas que se ajustan a la perfección a la clase media: ¡¡queremos volver a tener nuestros privilegios de clase media joder!! Pero las propuestas de la clase baja (esa clase que, haya crisis o no, es pobre igual) de cambiar todo de raíz, no son escuchadas NUNCA. Las cosas que escuchamos son algo así como "tengo una carrera y tres másters y aún así tengo que emigrar", o "tengo una carrera y tres másters y aún así tengo que trabajar en Mc Donalds"... es decir: ¡No quiero ser pobre! ¡Que pa'eso he estudiao! ¡Devuélveme mi privilegio! (vamos, que el problema no es el curro de mierda en el McDonalds o emigrar.. el problema es que lo tenga que hacer YO).
Y así también ocurre con ser emigrante: no es lo mismo ser un español en Alemania que un negro que llega en patera... ¡¡¡por favor!!! ¡¡¡no confundamos las cosas!!! (nótese la ironía). Y encontramos mucha gente que, siendo europeo emigrante, o teniendo familia emigrante por Europa, critica luego espantado que haya un montón de africanos queriendo cruzar la valla de Melilla (¡¡¡miraver si encima nos traen el ébola!!!)*
Llegadxs a este punto, mejor ir dejando claras varias cuestiones:
1. Hay una clara la diferencia entre buscar tu hueco en la privilegiada normalidad y romper de lleno con la norma.
2. Mucha gente confunde luchar por cuestiones justas con luchar por "salvar su propio culo".
3. El privilegio aporta ciertas comodidades, y vivir en la periferia (económica, política, cultural, corporal, sexual, etc.) es una maldita mierda (lo sabemos). De ahí venga, probablemente, el éxito de las propuestas no radicales de "salvémonos al menos unos cuantos y que el resto se las arregle".
Parece ser que esto está ocurriendo en el feminismo también**, sobre todo en un ambiente en el que desde Stop Gordofobia estamos metidas de lleno: la lucha contra la violencia estética. Los cuerpos disidentes, más específicamente lasgordas, estamos reclamando existencia, y hay mucha gente, muchas webs y muchos colectivos, visibilizando este tipo de lucha. ¿Qué pasa? Que, tristemente (consciente o inconscientemente) ya se está viendo el tufo de "salvémonos las que podamos" y el body positivity del cuerpo gordo se está convirtiendo en un nuevo sesgo de belleza entre las propias gordas.
Me explico: el concepto degordibuena ha entrado cómodamente en nuestro vocabulario, visibilizándose una "gordita" (es decir, una piba que no es delgada, pero tampoco es gordísima) que se viste bien, sabe sacarse partido, se maquilla, está empoderada, es simpática... Y, además, agreguemos que el surgimiento de este concepto ha estado muy relacionado con páginas de moda que publican consejos de belleza, de ropa, calzado,etc.
Está de sobra decir que donde haya una gorda empoderada yo soy feliz; se vista como se vista. Pero el problema está en que nuevamente se está creando una categoría excluyente (esta vez entre las gordas): si existe la gordibuena, existe automáticamente la gordimala (nuestra cultura, nuestro mundo y nuestro lenguaje funcionan -lamentablemente- así: parejas de opuestos, binarismos... si existe uno, existe el otro... o como plantea Derrida, una "presencia" genera una "ausencia").
Hay artículos en los que se ha pretendido definir -de buen rollo y en tono humorístico- a la gordibuena, y se ha hablado de caras bonitas, cuerpos gordos pero bien formados, simpatía, sacarse partido, etc. Pero, en mi opinión, hay que ir más allá: podemos ser gordas en tacones o gordas en chándal sin caer en categorizarnos como buenas/guapas o malas/feas por ello, y podemos ir todas a romper la norma maquilladas o de cara lavada.
A mi modo de ver la "gordibuena" implica muchas cosas negativas para la visibilización de las gordas en su conjunto, por ejemplo:
1. La exigencia de una apariencia determinada (por lo general las gordibuenas son las que se "sacan partido" a través de maquillaje, ropa bonita, etc) y con ello es asociable a una clase social determinada (yo, por ejemplo, no tengo dinero para comprarme ropa bonita, ni complementos, ni tiempo, ni na).
2. La exigencia de una edad determinada (por lo leído y visto hasta ahora, se asocia la gordibuena a la juventud, nunca vi que se hablara de una gordibuena de 50 años...)
3. La exigencia de una gordura limitada (no he visto JAMÁS una foto de una chica etiquetada como gordibuena que yo la vea y diga automáticamente, "es GORDA", así, con todas las letras... suelen ser grandes, exhuberantes, entradas en carnes, pero no GORDAS... son más una Tara Lynn que una Beth Ditto).
4. Suele implicar cierta proporcionalidad, lo que nos trae a la memoria toda la historia de la "matematización estética" desde los griegos hasta nuestros días, donde la propoción del cuerpo humano se establecía como medida primordial de la belleza (nunca vi como imagen de la gordibuena a una gorda de espalda ancha y piernas delgaditas, o una gorda de enorme culo y espalda pequeña, etc... incluso la "proporcionalidad" sale como característica de la gordibuena en un artículo de la ya conocida página weloversize).
5. No molestar a los ojos (sobre todo a los masculinos): la gordibuena es fácilmente aceptable hasta por el tipo al que le gustan las delgadas.. son bonitas de cara, cuerpos un poco más gorditos que los delgados pero no mucho, son coquetas, simpáticas... no unas gordas deformes amargadas que encima ni se sacan partido... lo que además, por cierto, nos culpabiliza/responsabiliza a las gordas por no gustar a los demás, en vez de señalar a los cánones como culpables (¡es ella! ¡que no se saca partido!) y hasta cierto punto puede llegar a justificar la discriminación que sufrimos.
6. Exigir aceptación: la mayoría de los artículos que leo referidos a las gordibuenas parecen decir "¡quiérenos por favor!" "acéptanos en tu club de bellas", haciendo que todo gire en torno NUEVAMENTE a la aceptación de los demás sobre mi cuerpo... sin embargo, a mi modo de ver, lo necesario para romper con la norma es decir "aquí estoy y si no te gusta, TE JODES" implicando por un lado que si se da la no-aceptación al menos no nos destruya y, por otro, que la exigencia sea de respeto -no de aceptación- mientras tomamos el espacio público empoderadas y sin escondernos.
Selfie de la fotógrafa Iiu Susiraja
En conclusión, la gordibuena es una gorda que cumple ciertos cánones de belleza oficialmente establecidos a la que se le "perdona" su gordura y por eso -por cumplir todos los demás criterios- le es permitido entrar al "club de las bellas" (las privilegiadas de la norma). En este sentido, se amplía la norma y caben unas cuantas gordas, pero el resto de gordas seguimos quedando fuera, seguimos siendo señaladas, humilladas, discriminadas, etc. Ya sea porque no tenemos una cara bonita, porque vamos en chándal o mono de obra, porque somos trabajadoras del hogar con manchas de lejía o comida por todas partes, porque no tenemos pasta para hacernos una limpieza de cutis o para comprar ropa bonita, porque ya no somos jovencitas, porque somos viejas, tenemos canas, estrías, la tripa caída, somos desproporcionadas o mucho más gordas de lo aceptado, tenemos celulitis o lo que sea... pero quedamos afuera, COMO SIEMPRE.
¿Que hay muchas pibas a las que esto les viene bien para su baja autoestima? ¡Por supuesto! Suponemos que habrá muchas pibas a la que la vida les será mucho más fácil de este modo, y serán mucho más felices en su día a día mirándose al espejo o caminando por la calle sintiéndose gordibuenas, iguales a las de la revista... pero ésta, amigxs, no es nuestra lucha.
Nuestra lucha NO es ampliar la norma estética. Es destruirla.
O cabemos todas, o que no quepa nadie.
#StopGordofobia
____________________
* Incluso se está utilizando un término para distintguir entre los dos tipos de emigración. Cuando se habla de europeos, no se dice "emigrantes" sino "expatriadxs". Ejemplo aquí, en esta sección del periódico español "El País": http://elpais.com/tag/c/bf240216bf99b85ef7147b805406509e
** Aunque se hable aquí de los feminismos que luchamos contra la norma estética, somos conscientes de que esto ocurre en más ambientes feministas, aunque entiéndase que aquí nos limitemos a hablar específicamente del que conocemos y sobre el que se pretende hacer hincapié desde el principio. :)
Se puede amar en la distancia
siendo las distancias cortas, o enormemente largas
no, no es necesario poseer para querer todo lo de disney es un fake no, no es necesario el tacto para amar ni viceversa, estoy aquí, estoy allá envuelta en alas de libertad ni el cuerpo ni la mente dejes encadenar es posible la existencia en dos partes es posible la vivencia en tres lugares el corazón suficientemente grande abarca diez tierras, mil amores, dos mares.
PASIÓN
Mala suerte al que intente definir el amor
establecer jerarquías, límites de la pasión
defender fidelidad, defender el dolor
sacrificio, eternidad, reducir todo a dos
yo quiero sentir la caricia en el cuello
quiero disfrutar del sudor de los cuerpos
de las voces que practican sexo
fluir con el eros en el placer de lo diverso
sin peros, la rabia va del quiero al puedo
rompiendo fronteras, pensamientos rectos
revolución en la cama y en el pecho
bailando al compás de las cadenas
rompiendo.
PLATÓN
Me encanta irregular y loco el trazo
analizar por qué está vacío el vaso
mirar a través de esos lindos ojazos
lo que la autoridad me prohíbe a porrazos
vivir en lo imposible, nunca en el fracaso
por eso la utopía siempre está en mis brazos
me enredo en su ombligo y más abajo
porque lo establecido da, realmente, asco
y guardaré mis miedos en un frasco
para que con platón se hagan mil pedazos
y juntas con sus restos nos haremos
un faso.
Los hechos están cargados de teoría, la teoría de valores,
los valores de historia. D. Haraway
Los estudios con perspectiva de género sobre la ciencia suponen una revisión crítica del conocimiento científico desde el análisis de los valores sexistas y androcéntricos de la cultura occidental en la que el conocimiento se produce. Por esto, podemos decir que suponen un cuestionamiento profundo del modelo científico existente.
Dos aspectos son importantes dentro de estos estudios: a) suponen un análisis socio-histórico y contextualización de los sesgos androcéntricos y sexistas dentro de la ciencia, que nos permiten visibilizar en qué medida está distorsionado (por el androcentrismo) lo que la ciencia afirma como conocimiento riguroso y objetivo; y b) traen consigo un debate epistemológico que plantea posibilidades y alternativas al modelo actual.
El estudio de los sesgos de género en la ciencia ha sido llevado a cabo desde posiciones epistemológicas que podemos clasificar en tres grupos: el empirismo clásico, el empirismo feminista y las epistemologías radicales.
1) Empirismo clásico
Las empiristas clásicas admiten la existencia de factores externos que marcan sesgos, pero entienden que el recurso al método científico hace factible la detección y corrección de los sesgos de género. Para ellas, una correcta aplicación del método científico garantiza objetividad, neutralidad y racionalidad, por lo que una ciencia sexista es en el fondo una mala ciencia, una mala aplicación del método científico.
La solución sería, por ello, no hacer mala ciencia (de contenido ideológico), sino buena ciencia: hacer un uso correcto del método científico.
2) Empirismo Feminista
A diferencia del empirismo clásico, el empirismo feminista niega que la objetividad del conocimiento quede asegurada por el método científico: el método científico no es infalible a los valores culturales.
H. Longino (una de las representantes de esta línea) mantiene que el método científico no evita la incidencia de externalidades, aunque esto tampoco es motivo para descartarlo por completo como método para adquirir conocimiento (ni a éste ni a la ciencia en general). Sin embargo, sí debemos asumir que no existe una ciencia absolutamente objetiva y neutra, sino que lo que se presentan son grados de objetividad y racionalidad científica, pues la referencia a lo empírico se encuentra mediatizado por las asunciones o valores (background) de la comunidad científica en cuestión, sobre todo en lo que respecta a interpretación de los hechos.
En resumen, la ciencia es considerada por Longino como un producto de influencias externas y valores internos. Se da una filtración externa en la práctica científica que es contrarrestada por los valores internos de la comunidad científica (por ejemplo una herramienta de este tipo serían las normas de lo que constituye una práctica científica aceptable, útiles para paliar la influencia externa androcentrista).
Por su parte, Ruth Bleir, coincide bastante con la postura de Longino, pero da más énfasis a la influencia externa. Considera la ciencia como un producto social permeado por los valores que influyen en su práctica y la subjetividad que afecta a sus perspectivas y al método científico. Lo que nos queda es hacer el ejercicio de honestidad de explicitar las asunciones y asumir la apertura de las interpretaciones de cada estudio y sus significados, que cada nueva verdad es parcial, incompleta y dependiente culturalmente. Eso sí: los valores feministas harán posible una ciencia revolucionaria que elimine las jerarquías y fronteras existentes en la ciencia actual, y romperá con las prácticas que explotan y destruyen la naturaleza.
Los planteamientos de las empiristas feministas nos vienen a decir, en resumidas cuentas, que el conocimiento científico necesita múltiples perspectivas y recursos teóricos y analíticos, que hay cosas más allá de la lógica de la justificación y la reconstrucción teórica.
3) Epistemologías Radicales
Las epistemologías radicales parten de la consideración de la ciencia existente como producto social e ideológico, transmisora de la historia y los valores de la cultura patriarcal. Se entiende que es en sí misma el resultado de valores androcéntricos y misóginos, y que los científicos que participan en ella son meros transmisores de lo externo/ideológico, porque siguen siendo hombres pertenecientes a un género, raza, y clase social concretas.
Para entender a la ciencia como un todo ideológico sexista y androcéntrico algunas autoras (como E. Fee, C. Marchan o E.F. Keller) realizaron análisis sobre las metáforas fundadoras de la ciencia actual. Así como la metáfora de la naturaleza como máquina supuso la base de la revolución científica del siglo XVII, hay toda una serie de metáforas relacionadas con las rígidas dicotomías sobre las que se asienta la ciencia actual, tales como objetividad-subjetividad, sujeto-objeto, razón-emoción, mente-cuerpo, que derivan en una valoración positiva de una parte y negativa de la otra, donde la primera se corresponde con lo masculino y la última con lo femenino. Keller toma a F. Bacon como ejemplo, quien explica el método de una manera peculiar, de la mano de imaginería sexual: “no hay que tener escrúpulos en entrar y penetrar en aquellos agujeros y rincones cuando la inquisición de la verdad es el objeto total como su majestad muestra”. Esta métafora llena de agresividad y control, así como tantas otras, intengran la ontología, metodología, epistemología e ideología de la ciencia. Así, todo lo que derive de ella será sexista, pues las vigas sobre las que está edificada lo son.
Sobre estos análisis se asienta la idea radical de rechazar a la ciencia por completo y sustituirla por otra distinta, no sexista, no racista, ni clasista. Y es que una ciencia no androcéntrica sólo será posible si partimos desde supuestos epistemológicos, metodológicos e incluso ético-políticos muy distintos de los que definen la ciencia actual.
Este proyecto de nueva ciencia, por su parte, vendrá de la mano de la parte minusvalorada de todas las dicotomías: el signo de lo femenino.
>> La superioridad epistémica de las mujeres
Para confirmar a las mujeres como el sujeto de la nueva ciencia, las autoras intentan mostrar la existencia de capacidades epistémicas femeninas más adecuadas que las masculinas para la práctica científica, la cual (de la mano de aquéllas) sería más respetuosa y menos agresiva con la naturaleza y la humanidad.
Desde unas posturas biologicistas y bastante esencialistas, algunas autoras afirmaron la existencia de una naturaleza femenina superior a la masculina. Por ejemplo Gina Covina puso de parte las mujeres el argumento biologicista de la lateralización cerebral que siempre se había utilizado en su contra: considerando que un mayor desarrollo del hemisferio izquierdo del cerebro (lo abstracto, matemático y lógico) sucede en los hombres, y uno mayor en el derecho (lenguaje y sentimientos) en las mujeres, se da una relación diferente entre unos y otros con los objetos, con los humanos y con la naturaleza. Mientras que los hombres marcan la distancia sujeto-objeto, las mujeres desarrollan una relación más empática con el entorno, y esto las hace portadoras de una superioridad epistémica que les permitirá realizar una ciencia distinta.
Con argumentos relacionados con el psicoanálisis se encuentran teóricas como N.Chodorow, D.Dinnerstein, J.Flax o E.F.Keller. Éstas basaron sus posturas en los estudios de Klein, quien mantuvo que el yo se constituye como unidad a través del proceso de diferenciación del objeto primario representado por la madre. Este proceso de diferenciación es distinto en el niño y la niña, pues el yo del niño se constituye desde la lejanía y la oposición a la madre, marcando una distancia rígida entre el yo y el otro, mientras que la niña, por el contrario, lo hace desde la identificación y la cercanía, sin control ni separación, donde el yo y el otro es lo mismo. Según Keller, el método y la racionalidad científica poseen las características del yo masculino, así como sus relaciones con los otros y con la naturaleza. Así podemos entender que, debido a que la ciencia es, al igual que otras prácticas de nuestra vida, una actividad con carga moral, la ciencia que elaborasen las mujeres tendría las cualidades del yo de las mujeres: más emocionales, menos dicotomizadores, más nutrientes y menos interesadas en el poder y el control.
Por su parte, las postmaterialistas (pensadoras del materialismo histórico) basarán en las condiciones materiales de vida la explicación de las diferencias epistémicas entre hombres y mujeres. Para ellas hay una diferencia elemental entre el trabajo realizado por las mujeres (de cuidados y reproductivo) y el realizado por los hombres (productivo) que pone a las mujeres en la postura del esclavo consciente de su esclavitud y da una visión privilegiada de la realidad (la misma diferencia que ocurría según Marx entre la burguesía y el proletariado). La realidad material estructura una relación, una experiencia y una comprensión de la realidad totalmente distinta de la masculina que le da a las mujeres las cualidades necesarias para una práctica científica distinta y más respetuosa con los seres humanos y con la naturaleza. Según Hilary Rose, las actividades realizadas por las mujeres conllevan la unidad de mano, cerebro y corazón, la unión de la actividad manual, mental y emocional que rompe con las dicotomías típicas de la ciencia androcéntrica.
Cabe destacar, finalmente, que además de fundamentar el punto de vista privilegiado de las mujeres, las teóricas tuvieron que argumentar la viabilidad del proyecto de la ciencia feminista** como alternativa a la androcéntrica, es decir, no sólo fundamentar el privilegio epistémico de las mujeres, sino además el hecho de que la ciencia que derive de éste sea superior a la ciencia existente. Para argumentar, pues, la superioridad del proyecto feminista y no caer en el relativismo que les asolaba (dada su crítica a la ciencia androcéntrica a través de su catalogación como ficciones históricas, catalogación de la cual una ciencia feminista no quedaría eximida), recurrieron a razones externalistas: la superioridad reside en los valores ético-políticos que la sostienen y fundamentan. Estos valores son el no sexismo, no racismo y no clasismo, es decir, sensibilidad y responsabilidad para con la sociedad y el mundo. Afirmaba Ruth Bleir que la superioridad de una ciencia que echa abajo las jerarquías dominantes en la ciencia sexista, racista y clasista es incuestionable.
* La epistemología es la rama de la filosofía que estudia el conocimiento. Busca respuestas a preguntas tales como ¿qué es el conocimiento? ¿cómo conocemos? ¿en qué circunstancias? ¿qué podemos considerar verdadero u objetivo? etc. En el caso de las epistemologías feministas, añadiríamos la pregunta ¿hasta qué punto lo que consideramos “conocimiento” está influenciado por la cultura androcentrista en la que se desarrolla? Estos apuntes pertenecen a una asignatura que cursé con Amparo Gómez Rodríguez, profesora de la Universidad de La Laguna.
Según la Real Academia Española, economía es el conjunto de bienes y actividades que integran la riqueza de una colectividad y la ciencia que estudia los métodos más eficaces para satisfacer las necesidades humanas materiales. Sin embargo, depende qué entendamos por riqueza de una colectividad o necesidades humanas materiales, tendremos un tipo de economía u otro: economía de mercado o economía feminista.
Desde que en el siglo XIX definitivamente se instalara en los países occidentales el capitalismo de libre intercambio tras un proceso de vertiginosa industrialización, aparecieron distintas escuelas económicas (como la Neoclásica o el Marginalismo) que centraron la economía en el mercado.
Centrarse en el mercado significa entender que lo económico queda definido por los movimientos de dinero. En este sentido, todo lo que esté al margen del dinero queda al margen de lo que se denomina economía. En consecuencia, sólo es considerado trabajo el trabajo productivo (que se hace por dinero), quedando fuera el trabajo reproductivo (el de mantener la vida) y la amplia dimensión social de la economía.
Esta significación de la economía como exclusivamente una cuestión de mercado tiene unas connotaciones ideológicas, respecto al ser humano, muy claras. Se presenta al ser humano como un individuo cuyo perfil individualista está regido por la racionalidad e independencia absolutas, y cuyos intereses propios son los que le guían –en exclusividad- en su actuación social.
Este ideario, parte fundamental del modelo patriarcal y capitalista neoliberal que estamos viviendo, obvia el hecho de que el ser humano es un ser social dependiente que por sí solo no puede lograr la subsistencia (y que, además, vive en un mundo de recursos finitos). Dicho modelo basado en la ficción individualista deja de lado la parte fundamental de la economía, aquella que posibilita y mantiene la vida: el invisibilizado y denostado trabajo reproductivo y de cuidados:
[Cuidados:] Se trata de una función social que implica tanto la promoción de la autonomía personal como la atención y asistencia a las personas dependientes. Esta dependencia puede ser transitoria, permanente o crónica, o asociada al ciclo de la vida de las personas. Son acciones que la sociedad lleva a cabo para garantizar la supervivencia social y orgánica de quienes han perdido la autonomía personal o carecen de ella y necesitan de la ayuda de otros para realizar los actos esenciales de la vida diaria. El cuidado es un componente central en el mantenimiento y el desarrollo del tejido social, tanto para la formación de capacidades como para su reproducción[1]
Debido a la división sexual del trabajo, el trabajo reproductivo y de cuidados es realizado principalmente por las mujeres que dan su tiempo y su trabajo gratuitamente (es decir, en condiciones de esclavitud).
Estas cuestiones dejadas en un segundo plano por la economía de mercado, sí son tenidas en cuenta como una cuestión principal por la economía feminista (que comienza sus andanzas en la década de los ochenta y se consolida en los noventa), la cual sustituye el mercado por la vida, en lo que al centro de mira de la economía se refiere.
Esta postura supone una ruptura absoluta con el sistema económico actual, tanto en lo que se refiere a la producción y acumulación de capital, como a la explotación de las personas y los recursos. Se plantea una reestructuración de los diferentes eslabones lógica e históricamente ordenados: los sistemas naturales, el espacio doméstico del cuidado, las comunidades, el Estado y los mercados[2]. Cambiar la lógica de mercado centrada en la producción y el consumo (que es contradictoria con la sostenibilidad de la vida humana) por una lógica que ponga la mirada en la forma en que las personas cuidan de sí mismas y de los demás (algo altamente feminista, por cierto).
Por otra parte, decir que para perfilar las propuestas feministas ha sido necesaria la elaboración de nuevos cuerpos teóricos y metodologías que posibiliten el estudio de la economía de la vida, proponiéndose nuevos objetos y vías de estudio distintos a los de la economía de mercado.
Si bien –como en todo lo relacionado con los feminismos- no hay una única postura o un camino perfectamente delimitado, sí podemos nombrar ciertas cuestiones que entran en juego desde la crítica feminista de la economía: a) la redefinición de los conceptos de trabajo y productividad a conceptos más amplios que incluyen actividades no remuneradas o que no producen dinero sino bienes sociales (como los cuidados y la sostenibilidad de la vida, respectivamente); b) la cooperación y cuidado son entendidos como elementos fundamentales de la economía; c) se tienen en cuenta las relaciones de poder que marcan las pautas del intercambio económico en el mercado y la familia (el mercado no es considerado como algo que se autorregula y tiende por sí mismo al equilibrio); d) se considera la familia como el núcleo central de la economía; e) toma importancia el estudio del tiempo y cómo se gestiona/utiliza éste[3]; f) se tiene en cuenta una perspectiva holística del ser humano, entendido como un ser complejo marcado por la sociedad, cultura, normas jurídicas, condiciones materiales, condiciones simbólicas, etc.
Todo esto supone una profunda transformación de las formas de investigación, herramientas y conceptos relacionados con la economía.
La necesaria crítica (constructiva) a la propuesta marxista**.
Cabe hacer un inciso final sobre la necesaria crítica la propuesta marxista clásica de carácter socialista, y por ello la gran opción contra el neoliberalismo.
El marxismo supone la articulación de un análisis de clase aplicado tanto al trabajo doméstico y la familia como a las condiciones singulares de la opresión de las mujeres en sus trabajos. No podemos dejar de reconocer lo innovador de la propuesta para su época, y el gran paso que supuso de cara al reconocimiento de la opresión de las mujeres. Sin embargo, esta propuesta hace interesantes aportaciones pero también consta de numerosas carencias.
Entre las aportaciones podemos destacar el reconocimiento del ámbito doméstico no sólo como espacio de consumo sino también de producción y la puesta del punto de mira en las relaciones personales de opresión que se dan en las familias y en las parejas, y el claro interés o beneficio que el capitalismo tiene sobre ello. Engels afirma en El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado (1884) que
El hombre empuñó también las riendas en la casa; la mujer se vio degradada, convertida en la servidora, en la esclava de la lujuria del hombre, en un simple instrumento de reproducción.
Sin embargo esta posición también tiene sus carencias: se continúa manteniendo la dicotomía productivo-reproductivo donde lo productivo posee una centralidad indiscutida y donde el análisis de lo reproductivo se centra en las consecuencias que este último tiene para el primero:
[…] El primer efecto del poder exclusivo de los hombres, desde el punto y hora en que se fundó, lo observamos en la forma intermedia de la familia patriarcal […] el trabajo doméstico perdía ahora su importancia comparado con el trabajo productivo del hombre; este trabajo lo era todo; aquél, un accesorio insignificante. Esto demuestra que la emancipación de la mujer y su igualdad con el hombre son y seguirán siendo imposibles mientras permanezca excluida del trabajo productivo social y confinada dentro del trabajo doméstico, que es un trabajo privado. La emancipación de la mujer no se hace posible sino cuando ésta puede participar en gran escala, en escala social, en la producción y el trabajo doméstico no le ocupa sino un tiempo insignificante[4].
Por otra parte la ausencia de un análisis simbólico de los problemas reduce las posibilidades de analizar con cierta profundidad las relaciones interpersonales y el comportamiento humano (tanto en lo privado como en lo público). A su vez, todas estas cuestiones tienen como consecuencia el hecho de que desde ciertas posturas/ámbitos marxistas/socialistas no se haya sido capaz de ver el conflicto de género intraclase o se le haya preferido silenciar/invisibilizar en pos de los intereses de clase, cuestión que -por cierto- ha conllevado numerosos reclamos desde los feminismos socialistas y anarquistas.
[1] Alma Espino y Soledad Salvador, Sistema nacional de cuidados: una apuesta al bienestar, la igualdad y el desarrollo, CIEDUR: Montevideo, 2013
[2] CARRASCO C. y E. TELLO, Apuntes para una vida sostenible, en M. FREIXANET MATEO, Sostenibilitats: Politiques publiques des del feminisme y l’ecologisme, UAB: Barcelona, 2012.
[3] En este aspecto son muy innovadoras las investigaciones de la socióloga María Ángeles Durán quien ha trabajado para sacar a la luz el trabajo invisibilizado y los aportes a la economía de las mujeres amas de casa y cuidadoras que brindan su tiempo.
[4] Engels, El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, 1884
* Estas líneas que tienen delante son sólo un esbozo de las ideas generales de la Economía Feminista. Las autoras de referencia para quienes quieran seguir indagando en estas cuestiones son, a mi modo de ver, Amaia Pérez Orozco y Cristina Carrasco.
** Para leer una crítica feminista a Marx desde Marx: Silvia Federici Calibán y la bruja
Somos las hipervisibles invisibles, la doble moral y tu hipocresía, la crítica estética disfrazada de salud, la incomodidad en tus ojos, en tu espacio, en tu uniformidad. Somos la ruptura de tu norma, desobediencia y exceso, desborde y pecado, disidencia.
Análisis estructural de la canción de amor revolucionaria-patriarcal.
En el artículo de El País "El varón, arma de destrucción masiva", José Ignacio Torreblanca ofrece los datos que dan evidencia de la cruda la realidad: las mujeres somos campo de batalla y no precisamente al estilo Barbara Kruger. Ya lo decía Olive Schreiner (Woman and labour, 1911) las mujeres pagamos las consecuencias de la guerra: parimos a los seres cuya carne se pudre baleada en las fosas y nos toca ocupar los puestos de trabajo en las fábricas y los campos cuando los hombres parten; pero además somos (in)justamente las mujeres los cuerpos castigados antes, durante y después de la guerra como un espacio de combate más; somos las violadas, las agredidas, las asesinadas, las vejadas, las humilladas... el cuerpo-símbolo donde manifiestan, los hombres, su triunfo y su derrota.
Y en esto, compañerxs, hay un sólo bando: el machista y patriarcal.
Reflejo de ello es la canción "Mi novia es de derechas", de Los Chikos del Maíz (grupo de rap cuyos miembros se autodenominan comunistas), en la cual podemos oír las siguientes estrofas:
"Ella playback de Mecano, yo de Siniestro Total, los GAL no estuvo mal, me dice la muy puta (...)
Ella adora a Milton Friedman y yo a Carlos Marx. ¿Y que más da si la política nos crispa, si cuando pegamos un polvo saltan verdaderas chispas? Ya sabes, fuera de toda sospecha... Follarse a pijas* es follarse a la derecha!"
Y es que la mujer es terreno de batalla incluso para la lucha de clases (que lucha por la liberación), donde el macho-revolucionario triunfa contra la derecha follándose el cuerpo de la mujer de la clase contraria, la enemiga, la burguesa, mientras reproduce todos los roles opresivos del heteropatriarcado (parte fundamental del capitalismo con el que -supuestamente- quieren acabar).
* La contrarrevolución de la música revolucionaria-patriarcal.
Por todo esto, me atrevo a decir que cuando las canciones ofrecen un discurso de las mujeres como campo de batalla sobre el cual los hombres se disputan la territorialidad, esa música es patriarcal, y con ello, contrarrevolucionaria, pues la mujer se convierte en una posesión colonial (una invasión territorial) donde se ha plantado bandera, al igual que en Palestina, las Islas Canarias o el Sahara Occidental.
Sin embargo, este cariz patriarcal no es el único hándicap de este tipo de canción: los mensajes contenidos ni siquiera sirven para el propio propósito "de clase" que dicen defender quienes componen o interpretan este tipo de música.
Conocidos cantantes-protesta como Calle 13, Juan Luis Guerra, Ruben Blades o Dame Pa'Matala, han escrito canciones en las que el protagonista es un chico pobre que se enamora de la niña rica, la conquista y la baja de escala social o les presenta el mundo de la clase baja:
"El baile de los pobres", de Calle 13
"El tango del pecado", de Calle 13
"Ligia Elena", de Rubén Blades
"Me enamoro de ella", de Juan Luis Guerra
"Yo sé", de Dame Pa Matala
En todas estas canciones, la niña rica cae rendida a los pies del obrero; en ocasiones a costa incluso de la familia de ésta, la cual se opone y quiere acabar con el idilio. Pero, ¿qué se esconde detrás de estas letras?
En un principio cualquiera podría pensar que quien escribe simplemente se ha propuesto describir unos hechos poco comunes (amor interclasista), porque seamos sincer@s, ¿quién quiere escribir sobre algo banal? No obstante, un análisis detallado de las letras no ofrece otra perspectiva: la perspectiva del triunfo de clase materializado sobre el cuerpo femenino y la repetición de los roles y discursos patriarcales-capitalistas sobre las mujeres.
1) Amor romántico
Es una obviedad, pero hay que remarcarlo: todas las canciones de este tipo se sitúan dentro de lo que ya es conocido como "discursos de amor romántico", los cuales establecen relaciones entre las personas de dependencia, propiedad, miedo, falta de libertad, etc., en las cuales, además, el hombre posee -por lo general- la posición dominante, no tanto desde una posición abiertamente autoritaria como desde un comportamiento más benevolente que implica un machismo implícito difícil de identificar una vez hemos caído en las redes del amor cualquiera de las dos (o más) partes, y una vez que ya hemos configurado nuestras acciones desde los entramados discursivos asociados a este tipo de sentimiento.
En los casos que nos ocupan, encontramos la posición dominante desde la imagen del hombre-obrero como héroe y salvador, como persona que le presenta a la chica un mundo (sentimental o carnal) hermoso y atractivo que ella desconoce por completo. Él es un guía en el camino al abandono de sus privilegios y traición a su clase alta, la cual le llevará indefectiblemente a la felicidad. Todo esto, además, con la correlativa tristeza, angustia y derrota de la familia y la clase alta, así como la culpabilización, infantilización y falta de agencia en las mujeres.
Esto es identificable en las siguientes estrofas de Ligia Elena de Rubén Blades,
Ligia Elena, la cándida niña de la sociedad, se ha fugado con un trompetista de la vecindad. El padre la busca afanosamente, lo está comentando toda la gente, y la madre pregunta angustiada: ¿en dónde estará? (...)
Se han mudado a un cuarto chiquito con muy pocos muebles, y allí viven contentos y llenos de felicidad.
Mientras tristes, los padres, preguntan: "¿En dónde fallamos?" Ligia Elena con su trompetista amándose están.
Así como en las siguientes estrofas de Tango del pecado de Calle 13,
¡Eres una hija del demonio! ¡Estás humillando a tu patrimonio! Mejor un Don Juan y un Juan Antonio Se chavaron porque voy directo pa'l matrimonio.
2) Relación Sujeto-Objeto
Lo que hace posible el amor interclasista es precisamente la típica relación patriarcal sujeto-objeto. El hombre como sujeto (tal como afirmaba en el epígrafe anterior) ofrece todo un mundo de nuevas experiencias y conocimientos a la mujer; la mujer, por su parte, pone los ojos claros y lasonrisa bella.
No importa la clase social si hay "amor" porque la mujer en ese "amor" es únicamente objeto, una guarnición en el plato de la vida del obrero, donde lo importante lo pone él, dedicándose ella a decorar y embellecer el panorama. La mujer de estas canciones no es sujeto, y así no trasciende su esencia, su personalidad, sus gustos, su clase social, sus aficiones o cualquier mínimo comportamiento ajeno a su belleza, a su superficie. Y es que: No tenemos nada en común, pero tu risa nena, es lo que importa:
"Yo sé", de Dame Pa'matala:
Diles que no te conocí en un centro comercial
Que a través de la sonrisa (lenguaje universal)
Nos pudimos conectar en aquel manantial
Donde fuimos uno solo Donde éramos igual...
"Me enamoro de ella", de Juan Luis Guerra:
Ella en bienes raíces hereda la capital,
yo tengo que hacer magia para trabajar,
pero el amor se anida y no sabe de cuentas,
y cada día que pasa me enamoro de ella...
Me enamoro de ella, me enamoro de ella,
de sus ojos claros, de su risa bella,
me enamoro de ella, me enamoro de ella,
de sus ojos claros, de sus risa bella
"El baile de los pobres" de Calle 13:
Tu eres clase alta, yo clase baja Tú vistes de seda, y yo de paja (...) Nuestro parecido es microscópico Pero es que por ti me derrito como gringo en el trópico
3) Omisión
La mujer de clase trabajadora no está en ningún lado, ni en las canciones de revolución (donde el sujeto revolucionario es siempre un hombre), ni tampoco, como vemos, en las canciones de amor . Es raro que una trabajadora de la limpieza, una cocinera, una trabajadora textil o doméstica, sean las protagonistas de alguna canción de amor (romántico o no). Condenadas por la pobreza a no llegar a la categoría de objeto -popular- de deseo en un mundo donde cada vez es más caro ser bella y la belleza asciende vertiginosamente en la escala de los privilegios de clase, la mujer de clase trabajadora brilla por su ausencia en el arte, incluso en el que es considerado "revolucionario".
Ellas, las que trabajan doce horas diarias, las que salen solas adelante con tres hijas, las que cuidan abuelos y hermanas, las que mueren en Bangladesh, Irak o México por culpa de las multinacionales, el narcotráfico o la industria armamentística, las víctimas de homofobia o transfobia, las que se juegan el pellejo a diario camino a casa por callejones sin luz... esas mujeres no tienen canciones, no tienen poemas, no tienen películas. Porque son las de siempre, las comunes, las que abundan. Porque son las que llevan el mundo a cuestas, pero no constituyen nada especial para los hombres de la propia clase trabajadora, sus oradores o sus intérpretes musicales. Nadie les canta nada, nadie les agradece ni reconoce nada. No están incluidas en los discursos políticos, tampoco en el arte o la revolución (como si ésta fuera posible sin ellas).
La obrera no tiene quién le escriba. Por eso la obrera se escribe y reescribe a sí misma.