Tenía
3 años la primera vez que me amenazaron con llamar a la policía: yo
volvía caminando del Jardín de Infantes y paré en la casa de una señora a
agarrar una flor de su jardín que me gustaba mucho; entonces un amigo
tocó el timbre, ella salió y al verme gritó "¡sal de ahí! ¡voy a llamar a
la policía!".
Pequeña e inocente, yo no sabía que no se va a la cárcel por robar una flor.
Recuerdo que pasé mucho tiempo asustada (no sabría decir si semanas,
meses o años), y cada vez que oía una sirena, mientras jugaba en la
calle, pensaba que era la policía que venía a buscarme, y salía
corriendo despavorida a encerrarme en mi casa para que no me
encontraran.
Ha pasado mucho tiempo desde entonces, pero cada
vez que veo un patrullero de la policía -como ahora- vuelve el eco del pasado y la
señora dueña del jardín -sin rostro ya- tiene una voz muy fuerte: "¡sal
de ahí!¡voy a llamar a la policía!"
Ella tenía tantas flores en su jardín... Y yo... ¡yo sólo quería una flor para dársela a mi madre!
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