La hija gorda
La hermana fea
La amiga siempre
La amante nunca.
A veces temo que estas imágenes mías y no otras
sean las únicas que yo vea en mi ocaso,
en el último repaso de mi acontecer.
Tengo miedo de ver en mí
-antes de cerrar los ojos para siempre-
a un ser inacabado
a alguien que nunca se sintió plena
completa, libre, feliz.
Porque parece que a eso
[al cuerpo-tránsito
al asco inmediato
al odio científicamente argumentado]
estamos condenadas las gordas.
[al cuerpo-tránsito
al asco inmediato
al odio científicamente argumentado]
estamos condenadas las gordas.
Por chanchas, por cerdas, por vacas, por focas,
por glotonas, por pecadoras,
por excesivas, por excedidas, por repulsivas,
por negarnos a dejarnos hacer,
por querer ser...
por querer ser...
¿Pero saben qué?
Soy más que un número en la lista de obesas del mundo.
Las obesas del mundo somos más que un número en la lista de
gente
con la que acabar a golpe de metralleta dietética.
Somos más que calorías ingeridas y calorías quemadas.
Somos más que el reflejo del espejo y la fotografía
photoshopeada:
somos los ojos que las miran.
Y yo no quiero llegar a mi final
abrazada al deseo de haber sido otra
pensando que lo respirado no valió la pena
que no aproveché mi fugaz estancia en este sinsentido que es
la vida
que incluso mejor podría no haber ni existido.
Me niego rotundamente.
Me niego rotondamente.
Me niego redondamente.
Me niego desde lo alto y ancho de mi cuerpo
desde mis amplias carnes, mis pulpas, mi blando tacto,
me niego desde toda mi piel:
me niego a irme llena de tu odio y tu desprecio,
y no rebosante de mi amor y mi alegría,
así que
opondré resistencia.
La única curva que no aceptaré en mí
es la que se dibuja en mi cuello cuando miro avergonzada
hacia el suelo.
Opondré resistencia.
Porque me niego a irme de cabeza gacha y no erguida.
Opondré resistencia.
Porque puede que al final no venza
Pero no viviré vencida.
Opondré resistencia.
Ilustración de Laura Mahía [Fuente: Stop Gordofobia] |
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