martes, 25 de junio de 2019

Libro: "10 gritos contra la gordofobia". Notas sobre el proceso.

Este mayo del 2019 ha visto luz mi último trabajo: 10 gritos contra la gordofobia. He tenido la fortuna de que muchos medios se interesaran por él y pusieran el ojo mediático sobre la gordofobia. Sin embargo, a veces los nervios me juegan en contra (sobre todo cuando respondo a 3 o 4 entrevistas seguidas), otras veces las interpretaciones de periodistas son las que me juegan en contra (con o sin intención). En cualquier caso, he tomado la decisión de escribir unas líneas aquí sobre este trabajo, para compartir ciertas cuestiones que no han sido abordadas en los medios o no han sido abordadas de la forma que a mí me hubiera gustado. Vamos, que quiero dar mi visión del asunto. 

Intenciones
Escribí el libro en dos meses. Tenía un vómito antigordófobo atravesado en la garganta que salió a borbotones en forma de 10 gritos. Las intenciones de sacar estos gritos a la luz eran principalmente tres, una individual, una colectivo (a nivel gordo) y otra social. 

1) La individual: poder sacar ese vómito de mi garganta, exponer línea tras línea mis 32 años de gorda viviendo gordofobia, pero también todo el proceso de estos seis años de activismo gordo que llevo a cuestas y que me han transformado profundamente, al punto de que ya no quiero argumentar contra la gordofobia, solo quiero gritar, gritar hasta que paren, gritar hasta que termine esta hartada de desprecios, humillaciones y violencias cotidianas. 
2) La colectiva: que otros gordos y gordas pudieran hacer suyos estos gritos si quieren, o que al menos leyeran a otra gorda a la que le pasa lo mismo que a ellxs, que tuvieran en sus manos un espacio en el que nadie les va a juzgar, sino por el contrario, les va a poner en valía. Confieso también, que de a ratos escribí pensando en el texto que hubiera necesitado yo cuando tenía 17 o 18 años, y pensaba que para ser gorda, mejor no haber nacido, o a los 20, cuando aceptaba que mi novio me dijera "eres linda de cara", o a los 25, que seguía sin responder los insultos callejeros.
3) La social: que la persona no gorda que -por casualidades de la vida- llegara a ese libro sintiera los gritos de la colectividad gorda sobre sus ojos gordófobos. 

Por lo demás, este libro fue escrito de forma que cualquier persona que lo desee pudiera acceder a él, a sus contenidos. Lo cierto es que los medios siempre me preguntan qué estudié, cuál es mi formación, y mi respuesta siempre es la misma, "Soy Licenciada en Filosofía, y tengo un Máster en Estudios de Género y Políticas de Igualdad", pero los nervios nunca me han permitido agregar algo más importante que esta formación, y es que aunque estudié Filosofía soy una detractora de ella, de la Filosofía Académica, porque creo que en su mayoría está escrita y difundida por gente que no tiene la intención de ser comprendida ni está interesada en comunicar, sino que escribe a modo masturbatorio (onanismo, idioma fino), es decir, para darse placer a sí mismxs, utilizando palabras difíciles, frases rimbombantes que no dicen casi nada, puro ornamento para sentirse importantes y superiores al resto de la humanidad. Y paso de esta mierda. Para mí (igual que para muchxs otrxs) la filosofía es un constante cuestionamiento de lo que sucede a nuestro alrededor, de sus causas y consecuencias, pero también es una apuesta de cambio, que sólo puede llegar si nos comunicamos bien, si nos comunicamos lindo, si tejemos alianzas más allá de la "titulitis" y las teorías incomprensibles. Esto me lo enseñó mi madre, persona que no pasó por la universidad ni nada que se le parezca, pero es el ser más inteligente y librepensante que conozco. Esta mujer que me regaló la vida y me pagó una carrera hermosa pero elitista, cuando se enteró de que estaba escribiendo un segundo libro, me lanzó el siguiente tortazo verbal: "Magda. Escribí un libro que pueda leer yo". Nada más que agregar.



Proceso 
Mientras escribía dudé mucho, dudé todo el tiempo. La duda me acompaña siempre (también a ella le escribí un poema*), pero en este caso fue una insoportable compañera con la que discutía 24 horas, 7 días a la semana. Dudaba de que tuviera sentido lo que estaba escribiendo, dudaba de que fuera a importarle a alguien lo que yo tenía para decir, dudaba de que aún fuera necesario este texto (¿en serio todavía tenemos que seguir hablando de esto? ¿todavía no se ha dado cuenta el mundo entero de que está mal discriminar a la gente gorda, a cualquier gente?), dudaba de que fuera a gustar. Luego lo conversaba con mis amigas y compas gordas, quienes me llevaban a pensar que mis dudas eran de gorda y de mujer, de mis sentimientos de inferioridad incrustrados y constantes (¡qué importante es lo colectivo!) y volvía a escribir, vomitando el dolor, la rabia, la rebeldía, pensando que escribir este libro era un acto antigordófobo más, y que si no gustaba o incomodaba, pues sería por algo. Y luego volvían las dudas, de forma cíclica. Permanecieron debatiendo conmigo y mis amigas hasta el penúltimo día de entrega del texto a la editorial, día en que caminando por la calle, comiéndome unas papas fritas, una señora desconocida se me acercó, me pellizcó la barriga y me invitó a dejar de comer, diciéndome "ya estás lo suficientemente gorda". Después de este suceso el enojo más absoluto borró del mapa todas las dudas. Y terminé los gritos convencida de que eran necesarios. Era necesario este texto y todos los miles de textos que podamos escribir las gordas/gordos/gordes maldiciendo este mundo asqueroso en el que la gente se atreve a comentar nuestro cuerpo, a insultar nuestro cuerpo, a tocar nuestro cuerpo.

¡Boom!
Y después de dudas, risas, llantos, debates, correcciones y más dudas y más correcciones, los gritos salieron a la calle en forma de libro en mayo del 2019. Tengo la sensación de que es un texto que solté al mundo y que de alguna manera ya no me pertenece, ya camina libre e independiente de la mano de las ilustraciones de Arte Mapache(1). Sé que a muchxs les gustará. Sé que a otrxs muchxs no. Sé que mucha gente gordófoba se reirá de él y hasta pedirán que se calle. Sé que muchas gordas llorarán con él como lloré yo escribiendo algunos fragmentos, y otras se mearán de la risa de las pelotudeces que puedo llegar a decir. Algunos medios hablarán con acierto sobre él, otros no. Expuesto a todo esto y más quedó el pobrecito. Yo elijo quedarme con lo importante: las gordas/gordos/gordes estamos rompiendo con la indiferencia, la normalización y el silencio que siempre ha rondado la discriminación que sufrimos. Y ya no nos callamos más. ¡¡NO NOS CALLAMOS MÁS!!

Para todo lo demás, hamburguesa vegana, juguito de fruta y panzas al sol.


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(1) Este libro no sería lo que es sin esas ilustraciones, tengo que decirlo, es tan importante escribir sobre gordofobia como visualizar gorduras rompiendo con la monotonía flaca de la imagen como está haciendo Arte Mapache con su trabajo (flaca y también blanca, funcional, joven, etc.).
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NOCHE DE DUDAS.


Dudo...


Dudo porque me enseñaron a dudar de cada calada de aire

Dudo porque me cosieron firme la duda a la carne

Dudo porque cada paso mío fue cuestionado
Dudo porque me hicieron dormir con la duda a mi lado...
Dudo porque me hundieron desde niña en la duda 
Y es la duda la que me riñe cuando estoy desnuda 
Duda hay en mis pelos y tras cada palabra
En el rincón oscuro
una duda anuda a mí la inferioridad macabra

Es la duda mi peor enemiga
Desconsuelo de noche, máscara de día
Colona de más de un poro de mi piel
Porque me nacieron mujer
la ley que taladra mi sien es la duda.

Dudo... 
Porque nunca nada en mí fue suficiente
y cuando me creí suficiente fui demasiado
Dudo porque tengo y causo dudas
y la duda latente nunca me dejó dar nada por zanjado...
Dudo porque me abrazan el exceso y la culpa 
Dudo porque miraron con lupa cada rincón de mi cuerpo y de mi mente
Dudo porque plantada la semilla de la duda
sus ramas crecieron por mis piernas, mis manos, mi voz...
Y me amarró bien fuerte

Dudo y escojo los puntos suspensivos antes que el punto y aparte
Dudo y el miedo invade mi Edén,
Dudo porque me nacieron mujer
y no hay duda 
de que es tarde.

Dudosa
Culposa
Excedida...

Dudosa

pero no cobarde.

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