domingo, 29 de diciembre de 2019

BESOS EN LA PANZA

(Poema original: "Belly Kisses", de Rachel Wiley. Traducción libre de Magda Piñeyro)



Hay una hermosa mujer en mi cama.
Después de mucho flirteo incómodo
comenzamos a besarnos en mi sofá
y luego continuamos escaleras arriba
deshaciéndonos de todos los accesorios de ropa
(cardigans, leggins, calcetines)
hasta que nuestros vestidos
son lo único que queda entre nuestras pieles.

Mi primer instinto, cada vez que me quito mi vestido,
es rodear mi panza con mis brazos,
no tanto por vergüenza,
sino más bien como un escudo contra el asco que el mundo le profesa.
Amo mi cuerpo más días de los que no lo amo,
y esa es una larga batalla ganada,
pero aún siento a veces
que pedirle a otra persona que lo ame es pedir demasiado.
Cada vez que dejo que alguien me folle con el vestido puesto
me echo después en mi cama
y me prometo a mí misma no permitir que otra persona acceda a mi cuerpo sin verlo completo,
sin maravillarse con él,
sin posar sus labios en cada uno de los rincones que en él son considerados despreciables...
Una promesa que rompo tan pronto como la necesidad de ser tocada pesa más que la dignidad,
lo cual significa que aún estoy aprendiendo a pedir lo que merezco sin disculparme.

Y cuando -reteniendo la respiración- por fin me quito el vestido
está esta hermosa mujer esperando del otro lado,
y, sin que se lo pida, posa sus labios en mi barriga antes de que yo pueda cubrirla,
y se maravilla con ella
y recorre con sus manos mi cuerpo
como si sus palmas pudieran simplemente
quitar toda la crueldad del mundo que habita mi piel.

Ahí está esta hermosa mujer en mi cama,
y sostiene la belleza de la misma forma que yo, mi belleza duramente ganada,
con las dos manos desbordadas
y cuando de repente emerge de su vestido de algodón
¿qué puedo hacer yo
sino amar su cuerpo del mismo modo que lucho cada día por amar el mío?

Entonces beso su cuerpo,
y me maravillo con él,
y lo toco,
y él responde a mis manos expectantes.

Ella es infinita.
Las dos somos infinitas en mi cama.
Y vulnerables.
E ingrávidas.
Ingrávidas, sin peso,
pero ni un poquito más pequeñas...
¡Gracias a Dios que no somos ni un poquito más pequeñas!

_______
Apunte sobre la traducción: en el último párrafo, la autora utiliza los términos "unshielded" y "weightless", los cuales se traducirían literalmente como "sin escudos" y "sin peso", pero me he decidido por utilizar "vulnerable" e "ingrávida" porque acorde al contexto creo que definen mejor el sentido de la frase. Consultar la original aquí: https://www.facebook.com/RachelWileyPoetry/videos/1911032758954260/?v=1911032758954260

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