miércoles, 2 de diciembre de 2015

CUERPO

[Fuente: Stop Gordofobia]
Hoy me desperté harta de la infamia
De las cintas métricas
Del gris y de la tristeza
Y me pinté de preciosos colores,
te pinté de preciosos colores.
Hoy me levanté hermosa
Porque te abracé
Y abracé lo que soy
Porque elegí no vestir más muerte
Para vestirte de amor
Para vestirme de amor.
Lejos de cobardías y desprecios
De la roña ajena puesta sobre mí y sobre ti
De la pesadez de su mirada sobre vos
Sobre mí.
Me limpié su mugre
Te quité su mugre
y me puse alegre.
Hoy me sentí capaz
Y como siempre me obligaron a odiarte,
Hoy me obligué a amarme.
Y como siempre me obligaron a morir,
Hoy te obligué a vivir por sobre todas las cosas.
A renacer de las cenizas
No como ave fénix
Sino como gorda que despierta
Por fin
Del letargo.
Hoy tu suavidad,
redondez y esponjosidad
Me robaron una sonrisa
Mientras me aferraba a tu firmeza.
Y prometí que nunca más
Derramaría una lágrima en tu nombre
(cuerpo gordo)
Ni en mi nombre
(Magda)
Que es lo mismo
(gorda)
Prometí,
Aunque soy consciente
De que mañana al despertarme empezará
una nueva
vieja
guerra.
Y volveré a pelear contigo, querido amigo.
Desde ya:
Perdóname.

miércoles, 15 de julio de 2015

Pancarta

Fotografía: Kika Fumero


Siempre dudé si escribir sobre amor
no es que no lo viviera
pero
¿se merece un poema?
no es que no lo sintiera
pero
¿se merece un poema?

la guerra de troya
romeo y julieta
crímenes por amor
amores en guerra
¿se merecen poemas?
si en su nombre se mata
se ata y encadena
¿se merece un poema?

si cual ficción química terca
es el rey de los versos y la métrica
del arte y la estética
de las mil y una noches en vela

si mentiroso y escurridizo
(cuando no se manifiesta enfermizo)
ha conquistado todo lo que oigo, leo, veo y piso
¿se merece un poema?

quizás más que un poema un lema
más que un lema una pancarta:

DÉJANOS EN PAZ.
ENTREGA LAS ARMAS.
ENTREGA LAS ALMAS.

sábado, 11 de julio de 2015

Autorretrato de una GORDA.




Mi cara redonda, mis manos fuertes,
herencia de mi madre. 
Mi cuerpo grande, mi espalda ancha,
herencia de mi padre.
Mi cuerpo alto, esbelto,
herencia de mi abuelo.
Mi gusto por la cocina y la comida,
herencia de mi abuela.

Odiarme a mí misma ha sido odiar mis orígenes.

Las líneas continuas
se desdibujaban desde mi rechazo.

Era la ladrona de mi propia memoria histórica.



lunes, 15 de junio de 2015

UNA CUESTIÓN DE ACTITUD (?)

Leí hoy el artículo "Breve historia del fofisano y la gordibuena" de Beatriz Serrano, y tengo que reconocer que le encontré algo bueno y algo malo. ¿Lo bueno? Me pareció un resumen genial, que dio en las claves ideológicas de cada postura en torno a estos términos y dejó abiertos los interrogantes necesarios. ¿Lo malo? Despierta en mí el monstruo de la gordibuena que me persigue como el fantasma del amor verdadero en una comedia americana y vuelvo a arder cuando leo que Weloversize afirma que ser "gordibuena" es una cuestión de actitud... Me vienen a la mente tooooodas las personas que me han dicho eso a lo largo de mi vida y también todas las que me lo repiten a diario. Se me despierta la bestia y nace la necesidad de escribir este post.


[Advertencia: las siguientes palabras vienen llenas de bronca y frustración. No voy a ser políticamente correcta. No voy a ser filosóficamente correcta. Voy a ser vulgar. Y voy a ser rabiosamente sincera y digna del barrio que me parió.]





Como dice la imagen que encabeza este post "Me comí tantos versos que puedo cagar un libro de poemas". En mi país, Uruguay, "comer versos", es comerte palabras que suenan muy bonitas pero están totalmente vacías de contenido o simplemente son mentiras. Esto es lo que siento con los discursitos facilones de “la actitud” o el “¡tú quiérete chica!”.

¿¿¿En serio nos van a seguir hablando de ACTITUD y reducir todo a una supuesta "voluntad personal mágica"???

Desde pequeña, cuando aún la gordofobia no tenía nombre para mí y la experimentaba sin poder definirla o señalarla, tenía una sensación extraña cuando al hablar de mi dolor la gente me decía que yo era la única responsable de mi autoestima baja. Hoy me sigue pasando lo mismo: cada vez que alguien me invita a “quererme y aceptarme como soy” se enciende una llamita en mi interior estomacal que va creciendo a toda velocidad por mi pecho en dirección hacia mi boca y escupo fuego como una dragona descontrolada. Sí. Me enciendo. Magda is on fire.

¿¿¿Pero qué le pasa a la gente??? Llevamos dos años con esto de Stop Gordofobia (y tantas otras páginas con la misma labor) señalando las raíces, los factores y las consecuencias de la gordofobia y siguen soltándonos a lxs gordxs la frase más simple, estúpida y hueca del mundo: “ES UNA CUESTIÓN DE ACTITUD”. ¿¿¿Es que se creen que somos idiotas??? ¿¿¿Qué si tuviéramos la clave para estar seguras de nosotras mismas no lo habríamos hecho ya??? ¡¡¡por favor!!! ¡¡¡las cosas son más complejas!!!

Vivimos en un mundo capitalista que ha cosificado el cuerpo y lo ha convertido en una mercancía de intercambio más, al cual se le atribuye un valor concreto en base a sus cualidades. Vivimos en un mundo heteropatriarcal cuyas exigencias estéticas para con las mujeres son cada vez más agudas e imposibles de cumplir. Los trastornos de conducta alimenticia están afectando a gente cada vez más joven (hay casos de niñas de entre 6 y 8 años). Recibimos alrededor de 10.000 anuncios publicitarios al día que nos dicen -entre otras cosas- que nuestros cuerpos son una mierda.  La gente gorda caminamos por la calle y somos insultadas de las formas más diversas y poco originales que puedan imaginar. También vivimos situaciones de discriminación laboral, familiar, sexual, amorosa; en el transporte público, en las consultas médicas; en la tele, en la radio, los periódicos, el cine... día a día se nos machaca la autoestima, la seguridad en nosotras mismas, el amor propio... 

¿¿¿En serio nos van a seguir hablando de ACTITUD y reducir todo a una supuesta "voluntad personal mágica"???

Tenía 8 años la primera vez que me dio vergüenza desnudarme en público para meterme a una piscina y 27 la última. Tenía 12 años la primera vez que un chico me dijo “si fueras flaca sería tu novio” y 26 la última. Tenía 13 cuando escuché en la calle el primer “Gorda asquerosaaaaa” desde un auto lleno de hombres que pretendía insultarme con mi cualidad física más notable y recuerdo más de un "daleee gorrdaaaa" mientras cruzaba la calle por la zona de peatones... Tenía 17 años la primera vez que me acosté con un tipo que me dijo “si fueras flaca saldría contigo” y a los 20 oí por primera vez “no se me pone dura porque no me pones”. Toda mi vida fui la gorda del grupo, la gorda de la familia, la gorda de la clase. Visité mi primera nutricionista a los 15, la última con 19 años... con todas terminé engordando (un total de 15kg de mi peso inicial), aunque la última fue la que más me traumatizó, después de decirme en consulta que estaba enferma (porque era gorda). He vivido en un odio propio constante desde los 8 años aprox. alimentado por estas y otras experiencias; un sinfín de humillaciones que se han ido repitiendo incesantemente; horas y horas de un jodido bucle gordofóbico... Y sé que no soy la única.

Desperté de mi letargo justamente el día en que me di cuenta de que no era la única: una señora desconocida se puso a llorar a mi lado en el tranvía porque unos chicos la habían llamado gorda en la calle (de esto hace ya unos tres años). Montamos Stop Gordofobia y descubrimos que éramos miles y miles, cada cual con su historia personal, pero similar a las de los demás. 

La última vez que vi llorar a alguien por estas cuestiones fue la semana pasada -en un taller de Stop Gordofobia-, una niña de 17 años. La última vez que yo misma lloré fue ayer, al leer en el Twitter a una compa que nos contaba que su hermana de 9 años le dijo llorando que no quiere ir más al colegio porque en el vestuario la llaman gorda.

¿¿¿En serio nos van a seguir hablando de ACTITUD y reducir todo a una supuesta "voluntad personal mágica"???

Extender esta petición de “actitud” a la gente gorda como una forma de salir de nuestras bajas autoestimas o situaciones dolorosas por la discriminación gordofóbica y el estigma que sufrimos a diario sobre nuestros cuerpos es obviar el contexto social de la propia discriminación. Esto nos lleva hacia un callejón sin salida que se detiene en otro estigma: un segundo estigma, porque, si no nos bastaba con sufrir el estigma de la gordura, ahora también sufrimos el de ser los y las gilipollas que son incapaces de quererse o estar seguros de sí mismos, porque ¡ey! DEPENDE DE TI, ES UNA CUESTIÓN DE ACTITUD. 

Una cosa es apostar por el amor corporal como un derecho de todas/os, otra muy distinta es decir que si no lo tienes es porque te falta actitud.

Dejen de señalarnos como únicas/os responsables de nuestra situación (de ser gordxs, de no adelgazar, y ahora también de no querernos). Dejen de tirarnos la culpa encima. La opresión (gordofóbica) es algo colectivo, político, complejo y estructural cuyas jerarquías, omnipresencias, privilegios, violencias y otras innumerables consecuencias son dignas de ser estudiadas, analizadas y combatidas. Esto no es algo que pueda romperse con un verso facilón de filosofía barata de esos que llevamos comiéndonos toda la jodida vida y que seguimos cagando sin mayores trascendencias.

Hay muchos motivos por los que una persona puede ser gorda, pero hay un solo motivo por el que la gente gorda tiene la autoestima baja y sufre… y se llama GORDOFOBIA.  

viernes, 6 de marzo de 2015

Indisimulada

No puedo disimular este cuerpo, no tengo donde esconderlo.
No soy frágil.
No soy delicada.
No soy débil.
No cumplo con el canon.
Y se me nota. 


No puedo disimular este desborde
esta ruptura de límites
esta okupación (i)lícita
estas carnes (sobre)salientes.
No puedo disimular que soy fuerte,
No puedo disimular el sonido firme de mis pasos,
ni que estoy segura de mí misma,
por dentro,
por fuera,
y en todos lados. 

No puedo cumplir con tu deseo de odiarme a mí misma,
de sentir vergüenza de lo que soy
o de sentir vergüenza de no sentir vergüenza de lo que soy.

No puedo.

No puedo porque no quiero.
No quiero porque me importa una mierda.
Me importa una mierda porque me amo.
Me amo porque todo me importa una mierda. Por fin.

miércoles, 11 de febrero de 2015

Fat is the new black

Resistiendo como gorda, como negra, como guerrillera, 
¿yo? ¡ballena!
Krudas Kubensi


Hace unos días alguien me llamó "exagerada" por hacer referencia a esta idea que desde ya expongo en el título: la gordofobia es una nueva forma de racismo.Y no es algo que piense desde hace poco, o algo que sólo lo piense yo; no, para nada. Es algo que vengo viendo, leyendo y reflexionando desde hace unos cuantos meses, después de leer a Assata Shakur (luchadora socialista y antirracista de las Panteras Negras) relatando en su autobiografía  cómo vivía las retricciones raciales en las tiendas, playas, cafeterías, educación y sanidad, en los Estados Unidos de los años cincuenta (por cierto, este libro me cambió la cabeza en lo que respecta a entender el racismo en EEUU y lo recomiendo mucho). 

Mientras leía iba pensando: salvando las distancias, mucha gente (tanto yo como otras personas que relatan sus vidas en Stop Gordofobia), hemos experimentado muchas de estas cosas, con más o menos explicitud según la ocasión, por ser gordas.

Veo cierta similitud corporal entre ser gorda y ser negra. Ser gorda es ser algo 24 horas al día, 7 días a la semana. Una cualidad física de la que no puedes huir, algo que no puedes disimular de ninguna forma (igualito que ser negra/o). Algo que encima tiene (al igual también que la "negritud") toda una serie de etiquetas adjuntas a la cualidad física: ni la gente negra, ni la gente gorda, podemos escaparnos al ojo humano ni a la opresión adyacente a nuestra cualidad, impuesta por ese ojo que nos mira y que piensa automáticamente que somos -por ejemplo- unas delincuentes en el primer caso, o unas vagas insalubres, en el segundo.

La gran diferencia, quizás, radique en que el racismo es más explícito que la gordofobia. La sutileza de la gordofobia implica que no haya un cartel en el que se pueda leer "se prohíbe la entrada a los gordos", pero los gordos estemos igualmente prohibidos.

¡Cuidado! No estoy diciendo que el racismo no exista o esté superado (soy una sudaca en territorio europeo, sé que no lo está), ni estoy comparando las discriminaciones con intención de establecer una jerarquía entre ellas (como dice mi amigo Carlos, esto no es un concurso de "Miss Oprimida"). Sólo me sirvo de los paralelismos que me ofrecen estas dos discriminaciones, para poder intentar explicar (desesperadamente) la discriminación gordofóbica que padecemos miles (o millones) de personas en silencio. 



- Experiencias gordofóbicas cotidianas: medicina, trabajo, tiendas... - 

Que yo recuerde, mi primer experiencia gordofóbica directa ocurrió en una tienda de ropa Stradivarius, hace ya muchos años. Entré para comprarle un regalo a mi hermana (que lleva una 38), y nada más entrar me paró una dependienta por un pasillo y me dijo "aquí no hay ropa para ti". Yo, acomplejada y nada empoderada, me di media vuelta y me fui a llorar a mi casa. Aún hoy elucubro en mis pensamientos las mil respuestas que podría haber dado, o fantasío con lo que diría en mis circunstancias actuales de empoderamiento gordo.

En cualquier caso me pregunto: de manera indirecta, ¿cuántas tiendas son las que me tienen prohibida la entrada? (y no me vale el "puedes entrar a mirar").

Hoy en día se leen titulares en los periódicos de Estados que inician "la cruzada contra la obesidad", "la guerra a la obesidad", "acabar con la epidemia", sin pensar -parece- que hacen referencia a mí, a mi cuerpo... como si yo misma fuera algo a extirpar de esta sociedad. ¿Alguien está pendiente de los estudios que, como los de Esther Vivas, denuncian que la obesidad está relacionada en la mayoría de los casos con las clases bajas y una falta de acceso a una alimentación saludable por motivos económicos que apuntan a que la gordura también es una consecuencia de la pobreza?

Si hay algo a extirpar en este mundo es la mala/desigual distribución de la riqueza.

En EEUU y en muchos otros países, las aseguradoras médicas establecen cláusulas en los contratos por las que no se comprometen a atender al paciente si su malestar/enfermedad está relacionado con la "obesidad". ¿Alguien está al tanto de la cantidad de malestares/enfermedades/consecuencias que se le achacan a la obesidad sin que esté científicamente demostrado que sea ésta la causa real? (por las dudas aclaro: estoy diciendo que prácticamente de TODO le echan la culpa a la obesidad, y que fácilmente puedes quedarte sin atención médica aunque la estuvieras pagando... mi médico me ha recetado adelgazar para curarme de una gripe, no digo más). ¿Alguien se ha planteado por qué, desde hace relativamente poco tiempo, se considera obesa a una persona con unos 10 kilos demás? Sin ir más lejos, a una miembro de mi familia con 10 kilos demás (exactos) se le fue impuesta dicha cláusula en el contrato del seguro médico, alegando que estaba "obesa". ¡Y todo esto si la aseguradora no te rechaza desde el principio, claro! Porque hay aseguradoras que ni siquiera te admiten en sus listas por ser gordo/a. Todo esto resulta preocupante en países donde las personas no tienen acceso a una atención médica pública/gratuita (que por cierto, cada vez son más). 

¿Te estás preguntando cuánto dinero se estarán llevando muchos médicos a costa de echarle la culpa de todo a la obesidad, y a costa de considerar a una persona "obesa" cada vez con menos kilos demás, de responsabilizar al sujeto de todo, y hacerle pagar las facturas siempre aparte? ¿Te estás preguntando cuántas personas, por no poder pagar, se están quedando sin atención médica? 

Yo sí.

La situación es, realmente, alarmante. Y todo pasa ante los ojos de todo el mundo, sin que nadie se extrañe o se queje... ¿Por qué? Porque se considera que la gente que está gorda, lo está porque quiere, que es su culpa (¡dios mío! ¡la maldita culpa siempre!). Hace poco me pasaron este artículo que desmonta el concepto de "fuerza de voluntad" científicamente, lo dejo aquí sólo para ir ya contraargumentando a aquellos que vengan a decirme que sí es culpa nuestra: http://loquedicelacienciaparadelgazar.blogspot.com.es/2015/02/el-estigma-de-estar-gordo-ii-por-que.html?spref=tw

Por último, para terminar de perfilar este asunto, dejo constancia de las dificultades para conseguir trabajo siendo gordo o gorda (y todo esto, repito, basándome en historias cercanas, personales y en testimonios que vamos publicando en la página Stop Gordofobia, donde hablan de sus casos personales ya más de 20 mil personas). Es más que evidente que en esta sociedad de la imagen que vivimos (o padecemos) la apariencia es fundamental para prácticamente todos los puestos laborales. En este sentido, las gordas y gordos nos vemos sin posibilidad de acceso a numerosos trabajos, a pesar de estar cualificados/as para el empleo (hay ya casos de personas que les niegan puestos públicos por su sobrepeso, y hace poco fue puesta en cuestión la Ministra de Sanidad de Bélgica por ser gorda). 

Y por no aburrir, ni extenderme más en este punto de la gordofobia cotidiana, no explicaré ampliamente sino sólo nombraré numerosas invisibilidades diarias: no hay gente gorda en la televisión o en las películas (salvo haciendo el ridículo, o el papel de su propia identidad gorda), no hay gordos protagonistas de obras teatrales, no hay gordas en las revistas, ni en los periódicos, ni en la política; se nos perdona en la música si somos brillantes y nos comprometemos a adelgazar y cambiar nuestra imagen con el tiempo (Rosa, Adele, Susan Boyle...). Y bueno, ¡la última!: ahora resulta que algunas gordas se han colado en las pasarelas y la gente se escandaliza. 

Resumiendo, hay sitios a los que no podemos entrar, hay médicos que se niegan a atendernos, hay empresas que se niegan a admitirnos, y no se nos ve por ninguna parte: cumplimos la contradicción de ser corporalmente hipervisibles y mediática-cultural-laboral-políticamente invisibles. 



- La hipervisibilidad invisible, el nuevo racismo - 

Por lo expuesto hasta ahora afirmo que no tenemos representatividad real ni simbólica. No existimos. Y de las relaciones afectivo-sexuales ni hablo, porque me da para un libro entero. 

No existimos y vivimos en soledad. Y esta invisibilidad alimenta el hecho de que cuando nuestra hipervisibilidad se hace visible en algún sitio, seamos los seres extraños,  raros, señalables, excluíbles.

Por eso creo que esto es una nueva forma de racismo. La delgadez copa todos los sentidos, como siempre lo hizo la piel blanca, mientras eran invisibilizadas las personas negras, sus costumbres, sus vidas, y el maltrato, la violencia y la humillación a la que siempre fueron (y lamentablemente siguen siendo) sometidas.

El colmo de nuestra invisibilidad llega cuando al denunciar la discriminación gordofóbica que sufrimos, la gente se burla de nosotras, ridiculizan nuestros reclamos, se ríen de nuestras experiencias y denuncias.

Quizás no se visibilice ahora mismo las amplias consecuencias que tiene la gordofobia, porque recién se está empezando a teorizar e investigar sobre ella (al menos en el mundo de habla hispana), pero estoy segura que no será complicado encontrar relación entre experiencias de bullying gordofóbico y anorexia, bulimia, aislamientos, depresiones, ansiedades, fobias varias, y hasta el suicidio. Lo mismo que tampoco será difícil encontrar relación entre gordofobia y negligencias médicas varias, o información acerca de cómo la presión gordofóbica conlleva muchas veces la imposibilidad de adelgazar en quienes se lo proponen (los relatos que tenemos en Stop Gordofobia dan cuenta de todo esto).

Una vez alguien me dijo: "Una persona deja de ser racista cuando dice: <me follaría a un negro>", opino lo mismo de la gordofobia. Tú lector, tú lectora: ¿te acostarías con una gorda? ¿te follarías a un gordo? 

Sé sincero/a. 

Reconoce tu gordofobia. 


- Opresión gordofóbica y otras opresiones - 

Sé que mucha gente al leer esto pensará "cómo se atreve a comparar Sudáfrica, EEUU, siglos de tráfico de esclavos/as..." con la gente gorda, o como decía al principio, muchos me llamarán exagerada

Al respecto, decir tres cosas: 

1) Lo importante para acabar con las desigualdades es anticiparnos en el tiempo, es la prevención. La gordofobia no tiene el mismo bagaje histórico que el racismo, ni la misma cantidad de víctimas (jamás se me ocurriría afirmar algo así). Pero debemos ser capaces de identificar una opresión antes de ver el reguero de sus consecuencias... ¡anticiparse al enemigo!


2) La gordofobia es una opresión estructural en la medida que restringe la vida y las oportunidades de una gran cantidad de personas (e incluso las somete de forma violenta: son comunes los acosos escolares y callejeros), es omnipresente en las sociedades occidentales, es jerárquica (hay un grupo de personas que se benefician, tanto social como económicamente de ello) y excluye al grupo discriminado de los ámbitos en los que la realidad es definida (como los mass media, por ejemplo... más info aquí: http://ladobleefe.blogspot.com.es/2013/11/hablemos-del-privilegio-de-ser-delgads.html). 

3) La gordofobia, como opresión estructural no es una opresión aislada: se mezcla con otras opresiones como la de clase, de raza, orientación sexual, religión o habilidad (personas con diversidad funcional). Esto significa que artículos como este que enlazo a continuación, y que explica por qué es peor insultar a alguien por negro que por gordo, quedan absolutamente carentes de sentido y fuera de lugar: https://madredemarte.wordpress.com/2013/05/22/que-diferencia-hay-entre-insultar-a-un-nino-porque-es-negro-o-porque-es-gordo/.
Krudas Cubensi


El artículo de este último punto, que compara el racismo y la gordofobia jerarquizándolas, ha sido el que me ha llevado a escribir este post con intenciones de desjerarquización. Las opresiones son todas diferentes y entrecruzadas sin status de superioridad (aunque repito: aquí comparé dos para intentar visibilizar una que está invisible, que es la gordofobia).

Creo que debemos tener presente que la intersección de opresiones es la norma en un sistema opresor. No podemos luchar contra una opresión ejerciendo o invisibilizando otras, porque seguimos alimentando a ese mismo sistema opresor general. Pero yo me callo ya, porque no puedo explicarlo mejor que Paco Vidarte (hablando de la lucha LGTB unida a otras luchas): 

<< No basta con ser pobre, negro, bollera, parado, trans, proleta, sin techo para poder pasar del resto de la gente porque bastante tenemos con ser negros, pobres, maricas como para preocuparnos por los demás, aparte de que no se metan con nosotros. No basta con que te pisen el cuello por maricón o por negro para que tú encuentres justificado pisar por tu parte otros cuellos más débiles que el tuyo, o igualmente vulnerables, sólo que por otros motivos. No basta con ser trans o bollera para poder comportarte sin complejos como una auténtica hija de perra y pisar a otras trans, a otras bolleras, a otros emigrantes porque en algún aspecto de la vida te encuentras por encima de ellos. Que te pisen el cuello por maricón no es justificación para que, como maricón, le pises el cuello a la ecuatoriana que limpia tu casa.
 
Si algo así como una Etica LGTBQ es pensable y deseable, ha de partir del hecho de que la lucha contra la homofobia no puede darse aisladamente haciendo abstracción del resto de injusticias sociales y de discriminaciones, sino que la lucha contra la homofobia sólo es posible y realmente eficaz dentro de una constelación de luchas conjuntas solidarias en contra de cualquier forma de opresión, marginación, persecución y discriminación. Repito. No por caridad. No porque se nos exija ser más buena gente que nadie. No porque tengamos que ser Supermaricas. Sino porque la homofobia, como forma sistémica de opresión, forma un entramado muy tupido con el resto de formas de opresión, está imbricada con ellas, articulada con ellas de tal modo que, si tiras de un extremo, el nudo se aprieta por el otro, y si aflojas un cabo, tensas otro.
 
(...)  Esto hace que aquello por lo que hay que luchar no sea la derrota de la homofobia sin más y que los demás luchen cada uno por su cuenta contra lo que los oprime. El objetivo de toda lucha, por ejemplo, contra la homofobia, o contra el racismo, o contra la misoginia es la no discriminación de los oprimidos sistémicamente por cualquier causa. (...) Éstos, de suyo, forman parte todos delgran grupo de los excluidos sociales, frente a la clase poderosa que nunca o rara vez entra en estos jueguecitos de ponerse la zancadilla, sino que se divierte viendo cómo los desgraciados se putean entre ellos y, en vez de ser solidarios, prefieren descargar su rabia unos con otros, debilitándose, perdiendo toda posibilidad de cohesión como grupo de resistencia frente al verdadero poder opresor.

Si la opresión es sistémica, una Ética LGTBQ deberá cubrir todos los frentes. Contra la opresión sistémica, sólo cabe la solidaridad. Toda acción que sea meramente egoísta, insolidaria, refuerza el sistema de represión general. (...) la tentación de recurrir a la exclusión, a la discriminación, a la opresión para luchar contra la exclusión, la discriminación y la opresión es muy fuerte. Y de esa tentación se nutre el poder y el sistema de prejuicios, privilegios y valores que hacen existir la homofobia al lado de otras muchas formas de discriminación.>>

sábado, 7 de febrero de 2015

Máscaras

Hubo un interés económico detrás de la abolición de la esclavitud en EEUU.
Hubo un interés económico en la conquista de América Latina.
Hubo un interés económico en las guerras mundiales y en la creación de la ONU.
Hubo un interés económico en las dictaduras militares de los países del Sur.

Hay un interés económico detrás del genocidio de Gaza.
Hay un interés económico detrás de la ocupación marroquí del Sáhara Occidental.
Hay interés económico detrás de la difusión del odio a lxs inmigrantes.
Hay interés económico detrás de la difusión del odio a lo islámico.

Y hay un interés económico detrás de la difusión del odio por nuestros cuerpos.
La gordofobia sirve al capitalismo. Amarte es revolucionario.


[Publicado en Hysteria]

domingo, 11 de enero de 2015

¿Todo tiempo pasado fue mejor? Tecnologías y ciberactivismo.

 ¡Qué locura! ¡Qué locura en la ciudad!
¡Tu cultura me la paso por aća! 
La Tabaré.

Acabo de leer una nota en El País sobre la apocalipsis tecnológica, y me ha recordado a tantas otras notas y conversaciones presentes en mi vida en torno al eterno debate sobre las tecnologías, el móvil y la militancia política, la mayoría de ellas igual de apocalípticas que la nota del citado periódico.

La fotografía del centro del debate es la imagen de unxs niñxs mirando su móvil en lugar de mirar a Rembrandt (y no quiero ni entrar en el debate de por qué es una obligación admirar a Rembrandt si todo documento de cultura es documento de barbarie). Observando la fotografía, creo por fin que 1) lo de "apocalipsis" es una exageración y que la reflexión en torno a ella implica una contradicción interna, y 2) creo que es necesario dejar de demonizar a las tecnologías.

En cuanto al primer punto, la contradicción incurre cuando se da a entender que la preocupación del ser humano por la inmortalización de los momentos es actual y está relacionada con el móvil. Se quejan de que todo el mundo mira el móvil, y ofrecen a cambio que todxs miremos a Rembrandt, en una jerarquía elitista de las producciones culturales marcadas por el tiempo. 

La mayoría de las personas dramatizan esto de las tecnologías, y se tiran de los pelos hablando del acabóse de las conversaciones y las relaciones humanas conocidas hasta ahora, sin embargo, creo que hay algo más profundo en todo esto, y que ni siquiera Rembrandt escapó a ello. Es algo que está ahí desde el inicio de la escritura, de la pintura o la fotografía (y hasta en la obsesión por reproducirnos)... esas ganas de inmortalizarnos de alguna forma, de inmortalizar algo nuestro (cara o pensamiento) entre tanto devenir, que alguien sea testigo de nuestra diminuta existencia, sentirnos menos solxs, menos hormiguita, menos nada de lo que somos... dejar un granito de arena en/para otra persona... tener la tranquilidad de que en el futuro alguien lea mi nombre, mire mi cara, y no esté yo del todo muerta. ¿No es acaso lo que hizo el propio Rembrandt, quien tiene cerca de veinte autorretratos?

Yo no lo llamaría apocalipsis... más bien egolatría existencialista.

(Y sirva este blog de ejemplo).


Por otro lado, en cuanto al segundo punto, creo que debemos asumir que el problema no es la tecnología, sino la perspectiva o interpretación que el propio ser humano le da a la misma. 

Ayer mismo fui a un concierto de rock y el cantante de la banda empezó a despotricar sobre la tecnología, la música electrónica, el rap y las redes sociales que no son más que control social. Me dio mucha risa... su guitarra también es tecnología; yo estaba ahí porque me enteré de su concierto a través de una red social; y donde yo vivo el rap es uno de los estilos con más contenido revolucionario... ironías de la vida. 


Fot: Gijsbert van der Wal
Dice la nota de El País que el escándalo empezó, en cierto modo, por esa  fotografía de lxs niñxs de 11 años, que en lugar de mirar un cuadro de Rembrandt, estaban mirando sus móviles. Y confieso: yo a veces también soy una niña de 11 años pasando de todo enganchada al móvil. 

Y es que lo cierto es que me engancho en internet, porque en ella he aprendido muchísimo sobre feminismo y he logrado encontrar vías de expresión y comunicación extraordinarias e inmediatas: blogs, periódicos y revistas webs; grupos y páginas de redes sociales; música y películas  gratuitas, fuentes infinitas de pdfs (trans)feministas, socialistas, anarquistas, antiespecistas... 

Seré sincera: yo no sería la misma sin haber leído mil veces a Píkara Magazine, Mujeres en Red, Todas Somos Yoko Ono, Memes Feministas, Feministas Ácidas, Gorda!Zine y las notas de Beatriz Gimeno, Alicia Murillo, Filósofa Frívola o Brigitte Vasallo (¡y vaya que si son diferentes!); no se me hubiera roto el cerebro en mil pedazos sin las publicaciones sobre identidades de Frieda Frida Freddy y sobre sexo de Doctora Glass; no hubiera tenido acceso al posporno (wow!); no hubiera escuchado nunca a Perra Vieja, a la Furia, a Boca de Baba, a Griotte Wornos, a las Krudas Kubensi y a tantas otras creadoras feministas que ya son la banda sonora de mi vida...; y por supuesto: jamás hubiera crecido tanto ni curado mis propias heridas personales sin el trabajo que hacemos Carlos Savoie y yo en Stop Gordofobia. 

Los cambios se ven y se sienten, y hablo de mí porque no me atrevo a hablar en nombre de nadie más, pero estoy segura que son muchas las que estarán de acuerdo en esto conmigo: hemos crecido y seguimos creciendo.



Walter Benjamin estaba en contra de las novelas por ser libros muy largos que nos dejaba absortxs en una experiencia individual, a diferencia de otro tipo de creaciones literarias más cortas que permitían la experiencia colectiva, y con ello, una experiencia que él consideraba menos burguesa o más revolucionaria (a fin de cuentas siempre se ha achacado a la falta de conexión entre el proletariado la demora de la revolución soñada). Adoro a Benjamin, y tengo el mismo amor y nostalgia que él por lo "antiguo", pero está claro que se equivocaba y nos equivocamos al analizar la tecnología de esta forma. Creo que el problema no está en la tecnología sino en nosotrxs, en saber utilizarla a nuestro favor, tal como -a mi modo de ver- ha logrado hacer el feminismo.

La tecnología ofrece oportunidades (ya lo hicieron la imprenta y la fotografía; ahora lo hace internet). Pero está en nuestra mano aprovecharlas o no, y romper por fin con ese standby de "todo tiempo pasado fue mejor".